Invertir en la formación de empleados es la mejor decisión que una empresa puede tomar. Un buen plan de capacitación aumenta la productividad, mejora la calidad de los bienes y servicios producidos, genera ventajas competitivas para la compañía, atrae y retiene al talento, y promueve cambios que le permiten a la empresa adaptarse a las tendencias del mercado.
Estos cambios tienen como consecuencia un aumento de las ganancias de la organización. Sin embargo, la formación no solo reporta beneficios para la empresa. También es útil para los trabajadores, quienes tienen la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos y desarrollar otras habilidades.
Al momento de formar a sus empleados, las empresas cuentan con dos opciones. Pueden delegar por completo la capacitación de los trabajadores en un tercero o desarrollar planes de formación internos. La capacitación interna reporta una serie de ventajas respecto a la tercerización del servicio.
Enviar a los trabajadores a centros de formación profesional fuera del horario de trabajo es costoso. Las formaciones diseñadas por el área de Recursos Humanos de la empresa y desarrolladas por un miembro de la plantilla dentro de la jornada laboral son mucho más económicas.
Si no se dispone de personal apto para dar la capacitación, se puede contratar los servicios de un profesional externo con experiencia en la materia solo para el proyecto. El especialista puede desarrollar el plan de formación junto con el área de Recursos Humanos y coordinar el curso, o solamente cumplir una de esas funciones.
La mayoría de las capacitaciones ofrecidas por los centros de formación son estandarizadas, ya que necesitan un nivel de generalidad que les permita vender el mismo curso a muchas empresas. Por el contrario, los planes de formación internos están diseñados a la medida del negocio, teniendo en cuenta las particularidades de la compañía, sus objetivos estratégicos y las características de los trabajadores.
Además, las capacitaciones internas pueden combinar distintos temas que por fuera de la organización se enseñan de forma separada. De esta manera, se aprovecha mejor el tiempo destinado a la formación.
Garantía de continuidad
La formación de adultos tiene el acento puesto en la práctica. Los trabajadores que realizan una capacitación deben ser capaces de aplicar las herramientas que han adquirido en el curso en su puesto de trabajo. Si bien en las formaciones externas se suelen analizar casos de estudio, a veces esto no es suficiente.
La capacitación interna asegura la aplicación inmediata de los conocimientos aprendidos para resolver problemáticas reales actuales de la compañía. Esta transferencia natural de la teoría a la práctica sirve como consolidación de los saberes y posibilita la evaluación directa de la efectividad de la formación.
Los trabajadores suelen experimentar una resistencia al cambio al momento de proceder con capacitaciones, ya que estas implican modificar la forma en que realizan sus tareas habitualmente. Las capacitaciones internas que se efectúan junto a compañeros de trabajo con los que se tiene cierto grado de confianza y en un ámbito conocido reducen la resistencia inicial respecto a la capacitación.
Es importante destacar que no todas las capacitaciones internas o externas otorgan beneficios significativos para las empresas y los trabajadores. En muchas ocasiones los cursos no cumplen con los requisitos básicos exigidos para que una formación sea provechosa y por ese motivo no logran un buen retorno de inversión.
Para que un plan de formación surta el efecto deseado, debe formularse en relación con las necesidades de capacitación detectadas y tiene que integrarse a la estrategia de la empresa. Además, debe contar con el respaldo de la dirección y exige el compromiso de los trabajadores con su propio desarrollo.
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